viernes, 5 de noviembre de 2010

Desde antes

Tú y yo nos conocemos desde antes del principio, incluso antes de la nada y del todo. Somos parte de la misma torta, del mismo chocorramo, del mismo vaso de leche que todas las mañanas, adoctrinada por las tetas de la vaca, consumes. Y si a la vaca no le da por hacer leche, o a mamá se le olvidó comprarla, tú, inocente y pura, reclamas y lloras en una pataleta digna de pobres chocoanos de 5 años clamando por alimento.

Somos energía mezclada hasta que tú lo decidas mujer, somos marxismo y anarquismo hasta que tú decidas la hora de la segunda internacional. Somos la misma piel, los mismos jadeos, los mismos labios que chocan como galaxias cada vez que a tus ojos le dan por encontrarse con los míos. Cíclopes que parecemos, cuando acerco mi nariz a la tuya, y proclamo desde la tarima de la plaza roja que pronto llegará la hora del enfrentamiento, de la lucha armada entre tus dos labios tenues, delgados y rojos, y mi labio gordito que tanto te gusta morder.

Mi sangre corre por tus venas como baja el río desde el páramo hasta el lejano mar. Mi sangre es tu sangre, tu sangre soy yo, yo respiro por tu sangre mujer.

Somos del mismo equipo de fútbol, somos la masa insurrecta que clama por un balón al fondo de la red en el nemesio camacho. Poco a poco, paulatinamente, tú vas tomando algo de mí que ya no voy a poder recuperar como era, y yo voy tomando algo de tí que no va a ser nunca lo mismo.


Yo voy pintándote damita, tu vas dibujando el rastro que mi piel, teñida de óleo, va dejando sobre tu espalda, sobre tu pecho, sobre tus piernas.

Tu y yo somos el mundo unido mujer. Tú y yo somos la tierra en dos cuerpos llenos de energía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario