martes, 11 de septiembre de 2012

Sé que me acordaré de todas las lunas
en las cuáles el corazón se vuelve llama
y arde como bosque, arde como astro

Sé que me acordaré del ruido extraño
del tacón que se sabe ausente
y baja por la escalera, llevándose con sí
a un ser encarcelado
por el deseo y por la falta
que se siente en el vacío
cuando la mirada se despide.

Sé que me acordaré del pecho
y del latir y del erizo a causa del contacto
de tu piel con la mía
fundida en un abrazo de carne
que nunca prometía despedida
sino vida y peligro.

Sé que me acordaré de la mirada
Que acordona y se sumerge en agua
para apagarse
ante la lágrima que denota alegría
ante la erótica que resplandece y se acumula cuando los labios chocan y se incrustan en el espejo de la memoria.

Sé que me acordaré de todo esto y más
Mientras la ausencia no sea comprobada por el recuerdo
Mientras la cuerda, la llave y el túnel del panóptico sigan en materia.

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