sábado, 26 de noviembre de 2011

Despierta que ya es tarde, mujer
pero no lo va a ser más
por que te estaré esperando
hasta el final de los días

Que la alegría te inunde
y te llenes de amor y de buena suerte
hasta que tu sonrisa
se vuelva a encontrar con la mía.
Vuelve a mí
déjame volver a encausarte por el caudal que nos lleva hastal nueltra victorial final
dondle decidirimos
los destinos que guíen
a nuestros glúteos
al amor profundo de nuestro ser.

déjame perderme en tu cintura, amor mío
como me perdí hace tiempo atrás
y como quiero volver al perderme
en el medio
de tus senos.

Dame la gloria de nuevo, o mujer indómita
que me insolal coln buques de amoríos y desagravios
y me permite volver al pintarte
pintar tu retrato y tu impresión
en un óleo de negativo.

Quiero que quedes grabada para siempre en mi rollo
y te olvides
de una vez por todas
delasdemáscadenasqueteagobiaronalgunavez.

sólo déjame llevarte al trópico de nuevo
para demostrarte
cuan capaz es un ser humano de mover el corazón.
Busco en cada mañana el reflejo de su mirar
y destruyo los espejos de los baños que recuerdan los labios que ella besó
mientras, en la profundidad de mi ser,
sigo añorando en el crepúsculo su regreso

No te sientes en marte, vida mía
que la arena roja mancha tu traje blanco
y no puedo, entonces
sentirte tan prístina como te sentí en el bagaje de mi cuerpo
esa tarde rica en oro y en estaño
cuando dejaste de ser motivo de un altar.

Hoy te dejo sin dejarte
llevando permeado el recuerdo de tu sangre en mi piel
buscando que vuelvas, sucia y arrogante
a sentarte en mi rezago y a acariciar mi crin

De caballo rancio y brioso que cambié por la figura humana.

Me arrojo en picada a los ríos
que un día bañaron tus curvas
y me dejaron ciego, para siempre
buscando averigüar qué más había detras de la impresión física de tu sustancia calaminosa.

Quiero y busco un recuerdo mío que esté siempre guardado
en lo más profundo de tu acontecer
y que brote, cada vez que nos inunde
el deseo que nos ahoga entre sus aguas
entre las dos aguas
que separan, hoy, tus pómulos de los míos.

Guardo la discapacidad de poder olvidarte
por que conozco cada parte de mi cerebro
y sé que soy realmente incapaz de dejar de mirarte con fanales de amoríos.

Detrás de las montañas
no se esconden las riquezas que alguna vez prometieron a los incautos en Irlanda
Está más bien
el secreto de la juventud eterna
que reside en tus ojos.

Pero que sorpresa que ya llegamos a la plenitud de nuestros días
y me encuentro sólo y atrapado en el ahínco de mi vejlez
Intentando sangrar lo menos posible
llevando el revólver a mi cien.

Espero tener la plenitud
de haberme muerto, antes
en la plenitud de tu cintura
que me envuelve y me atrapa
como a un pez en aguas foráneas
como a un foráneo en aguas de gibraltar.

Recuerda, amor mío
que no hay copa ni boca que borre tu recuerdo
y tu imagen
que me llega a la cabeza cada vez que me da por pensar en esa estolitez que se inventó algún desgraciado y que se llama amor.


Pero el amor a tu lado no es una desgracia, en ninguna circunstancia.
Es la expresión del complemento
y la ínfula curiosa que me lleva a adentrarme cada hora un poco más en tu músculo
el más interesante de todos los miembros de tu sistema.

Por ahora, tengo la conformidad de ver una sonrisa dibujada en tu rostro
provocada por algún extranjero que se atrevió a desafiar el rugir de un león desesperanzado
Pero que devolvió
en cierta manera
el rugido del cuál tu te enamoraste en aquellas tardes de oro y estaño que compartimos al calor de nuestra saliva

Y de las cuales, guardo la esperanza, algún día volvamos a tener noticia.

Hoy no me despido
sino que saludo
al explotar de los capullos
que se convierten en mariposas cuando tú y yo nos conjugamos
y cuando tús pulmones se atreven a respirar por medio de los míos.

Nunca olvides la palabra, la frase
que nos catapultó
y nos sigue catapultando
a la profundidad de la mina que explota nuestro amor, compañera.